Conclusiones:


Me ha gustado descubrir en Mariko alguien que entiende el arte como algo divertido, en lo que divertirse, que si le gusta no vaya a fingir. Resultaría autodestructivo intentar ser algo que no se es así como intentar llegar a donde no se quiere. Siempre tiene sus asuntillos criticoide-sociales, de los que yo no gusto pero ahí están. A ella le gusta lo que hace y como lo hace y al final es su sueño hecho realidad, a sido por aquello que hizo y seguirá siendo; este verano leyendo a Pessoa encontré una frase: “entonces mi obra se habría realizado con certeza, ya que se habría realizado de verdad en mí, y no yo en ella, como determinante.”Uno de los problemas que he encontrado a sido la perspectiva occidentalizadora con la que algunos quieren leerla, como en las relaciones con el manga que algunos le sacan. Allí es todo así! Si tuviese realmente esas influencias-cliché no estaría haciendo lo que hace. Fantasía, sueños… en la mayoría de sus obras le encuentro estás referencias, ya sea en un estado de libertad espiritual en nirvana, el querer ser una pop-star a lo quinceañera, larvar en diferentes partes del mundo o representarse en una especie de ensoñación futurista. Y no me olvidaré de su famosa nave de ondas cerebrales.Personalmente me he entretenido afrontando este trabajo en verano, de viaje en viaje, aunque me ha desencantado al llegar a casa y no encontrar comentarios en el blog.
Por lo menos sé que mientras se pueda crear en libertad se puede llegar lejos y muy dentro.Tengo ganas de ver alguna obra suya en directo, porque cuando estuvo en Bilbao era demasiado joven y prefería los “laberintos” que había en la sala grande, hace ya años.


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